La construcción del relato: el fondo y la forma
¿Qué es más importante cuando escribimos, la historia que queremos contar o cómo la contamos? Este es el eterno debate entre el fondo y la forma. El relato se construye básicamente narrando la historia, el argumento (el fondo) mediante la palabra escrita, a la que aplicamos una serie de técnicas literarias (la forma).
Más de una vez habrás leído una novela o relato que contaba una historia interesante pero mientras la leías había algo que no funcionaba… O al contrario, una novela con un argumento muy poco original, pero que te iba atrapando en cada página.
Obviamente, cuando estamos leyendo no nos dedicamos a destripar la historia, sino que leemos y nos dejamos llevar. Sin embargo, si queremos realizar un análisis más profundo de un relato, lo primero que hacemos casi inconscientemente es diferenciar entre el fondo y la forma.
El fondo del relato: lo que cuenta la historia
El fondo del relato es el contenido, la historia que nos cuenta, que siempre podemos resumir con nuestras propias palabras de forma más o menos extensa:
: : El tema es la idea principal del texto resumido en unas pocas palabras. Por ejemplo: “la historia de amor entre dos personas que no pueden estar juntas” o “un relato de ciencia-ficción sobre el primer viaje espacial a Saturno”.
: : La trama o argumento es un resumen más extenso, presentando los acontecimientos en orden cronológico y dando más detalles. Por ejemplo: “El relato comienza en la estación espacial de la NASA, cuando un grupo de astronautas está a punto de embarcarse en una misión…”.

Para empezar con buen pie a escribir una historia, necesitamos tener al menos una idea sobre lo que vamos a escribir. No hace falta tener en la cabeza ya la trama completa en el momento de sentarnos a escribir (algunos la tienen), pero sí al menos esa pequeña chispa de inspiración desde donde empezar.
Esto depende en cierta medida del tipo de escritor que seas: ¿ya sabes si eres un escritor de brújula o un escritor de mapa?
Y ahora sí, a partir de aquí ya podemos ir dándole forma a esa historia que queremos contar.
La forma del relato: cómo se cuenta la historia
Una vez que se nos ocurre una idea original para escribir un relato ya tenemos el contenido, pero ahora hay que darle forma por medio de una serie de técnicas narrativas. Y puede existir la ilusión de que teniendo la idea ya tenemos medio camino recorrido, pero la verdad es que el éxito o el fracaso dependen en gran medida de cómo se manejen los elementos narrativos.
En el proceso de construcción del relato, existen toda una serie de técnicas narrativas para dar forma a nuestra idea. Para poder dominarlas, primero hay que conocerlas teóricamente y después practicar con ellas aplicándolas en tu relato.
Los elementos narrativos
Básicamente, existen una serie de elementos que se repiten en todas las historias que se cuentan. Son los ingredientes con los que se construye la narración, o los elementos narrativos:
Los personajes
Se trata de los entes que realizan acciones, palabras o pensamientos en el marco de la narración. ¿Y por qué digo “entes”? Porque los personajes no tienen por qué ser seres humanos, seres vivos o ni siquiera seres animados. Puede haber narraciones en que sus personajes también objetos inanimados. Imagínate un relato en que el personaje principal es un banco de un parque que reflexiona sobre las escenas que ha visto pasar ante sus “ojos” a lo largo de su dilatada estancia en el lugar.
El narrador
Es la voz que narra la historia, por lo que es una de las piezas clave del relato. Puede ser uno de los personajes o tratarse de un voz ajena a ellos, lo que a su vez condicionará también la cantidad de información que maneje y que transmita al lector.
El espacio
El espacio narrativo es el lugar donde se producen los acontecimientos, pero tiene más matices de los que podría parecer a primera vista. Se habla de tres tipos de espacio narrativo dentro de una misma historia: el físico, el psicológico y el social.
El tiempo
El tiempo narrativo es el tiempo en el que se producen los acontecimientos del relato. Aquí podemos estar refiriéndonos a dos cosas diferentes: el tiempo de la historia (el momento histórico en que se sitúan los hechos) y el tiempo del relato (el orden cronológico dentro de la historia). Además, el tiempo también tiene que ver con el ritmo narrativo (la “velocidad” a la que se narra o los pasajes que son meramente descriptivos).
Por ejemplo, podemos estar escribiendo una novela ambientada en el siglo XIX (tiempo histórico) en el que se presentan primero los acontecimientos sucedidos en 1845 y luego los que sucedieron en 1820, utilizando la técnica del flash-back (tiempo del relato).
El tiempo de la historia también se conoce como tiempo externo, y el tiempo en el relato como el tiempo interno.
El espacio y el tiempo narrativos suelen estar en conexión. Por ello también suele hablarse de estos dos últimos elementos de forma común, refiriéndonos entonces al marco espacio-temporal o cronotropo.
La acción
Se trata de la estructura de los acontecimientos que cuenta el relato. Aquí no estamos hablando de la trama en sí, sino de cómo está organizada la trama. Una estructura clásica de la acción narrativa es la tríada “inicio-nudo-desenlace”. Sin importar lo que se cuente en la historia, esta es una estructura que comparte la mayoría de las narraciones.

Las técnicas narrativas
Cuando ya tenemos una trama o al menos una idea o un tema sobre el que escribir y hemos identificado los elementos narrativos, es el momento de ponerse manos a la obra.
Ya sabemos que hay escritores que llegados a este punto de la construcción del relato ya están escribiendo. Sin embargo, otros necesitan una fase de investigación o reflexión para planear cómo van a contar su historia.
En todo caso, bien sea ante el teclado y por el método ensayo-error o haciendo esquemas previos, tenemos que decidir qué técnicas vamos a aplicar a nuestro relato.
Existen numerosas técnicas narrativas aplicables a los diferentes elementos de la narración, y esto lo vemos en otros artículos del blog, pero vamos a mencionar un par de ejemplo:
La perspectiva: son técnicas aplicadas al tipo de voz narrativa que vamos a elegir. ¿Se trata de un narrador omnisciente, un yo-testigo, un narrador protagonista?
La secuencia: ¿en qué punto de la historia vamos a comenzar el relato? Esto puede ser ad ovo (al principio de los acontecimientos), in media res (a mitad) o in extrema res (al final). Además también podemos usar otros recursos como los flash-back o la alternancia cronológica.
El estilo o modo narrativo: este puede ser directo, indirecto o indirecto libre, y tiene que ver en gran medida con el papel que juega el narrador en el relato y la medida en que les cede la palabra a los personajes.

Cómo conectar el fondo y la forma de tu relato
Hasta ahora hemos visto que tenemos un argumento que queremos contar y una estructura formada por una serie de elementos en la que queremos encajar ese argumento, echando mano de una serie de técnicas narrativas ¿Y cómo los conectamos? Obviamente por medio de la herramienta de trabajo fundamental del escritor: la palabra escrita. ¡Y aquí es donde entramos en territorio de arenas movedizas!
¿Por qué digo esto? Porque encontrar el argumento, o mejor dicho EL argumento, depende en gran medida de ese chispazo de inspiración que se escapa a nuestro control. Trazar una estructura equilibrada entre los elementos narrativos tiene más que ver con echarle imaginación y seguir las “reglas narrativas” a partes iguales. Pero cuando llegamos a la parte de darle vida al relato mediante palabras, el recurso principal del que disponemos para expresarnos es nuestra propia voz.
La palabra, herramienta del escritor
Quizás da un poco de vértigo pensar que, una vez que ya tienes montado el andamio estructural de tu relato, te toca construirlo ladrillo a ladrillo. No queda otra. Pero como suele decirse, a escribir se aprende. Dominar la palabra escrita como herramienta narrativa supone, entre otras cosas, tener un buen dominio de los siguientes aspectos:
: : La gramática y la ortografía, aunque afortunadamente los correctores automáticos de los procesadores de texto hoy en día hacen gran parte del trabajo.
: : El vocabulario. Aquí pueden ayudar bastante los diccionarios de sinónimos en línea.
: : La lengua en general y los recursos literarios en particular (metáforas, paralelismos, sinestesias… ¿te acuerdas de todo aquello que dábamos en el cole?).
: : En definitiva, saber elegir las palabras adecuadas es un arte como otra cualquiera. Pero como cualquier arte, también puede aprenderse.
¿Y a ti, qué parte del proceso de construcción del relato te cuesta más? ¿Cuál te parece más entretenido?